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jueves, 5 de mayo de 2016

#SinTítulo


Hace bastante que no escribo. La verdad es que las clases y mis responsabilidades no me están dejando mucho tiempo libre...y el blog ha quedado postergado. Pero aquí estoy! 
Les comparto un pequeño texto que hice en clases para un trabajo. Este salió bajo la inspiración de una música que el profe puso en clases, para que cada uno escribiese lo que se le viniese a la mente...y bueno, a la mia, con un poco de estímulo, le salen cosas de este tipo en muy poquito tiempo. Obviamente esto no fue todo el trabajo...de hecho, este ni siquiera será evaluado para mi, ya que para el trabajo en cuestión usé el texto de otra persona...y el mío termino en manos de otra compañera...pero bueno, no le doy más vueltas al asunto! (hace siglos que no escribía, menos publicaba algo aquí de este tipo!)


Olor a tierra húmeda invadía toda aquella fría y oscura habitación, las sábanas ásperas acariciaban la piel de aquella joven de cobrizos cabellos que se debatía ante la idea de tener que comenzar el día y la agradable sensación de permanecer unos instantes más entre las cálidas cobijas.
Afuera, el viento acariciaba las lomas verdes que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, solo interrumpidas por aquellas Viejas divisiones de piedra arrumada, húmedas, pobladas de musgo, risas, llanto, sangre y miles y miles de recuerdos que susurraban al viento.
El cielo estaba cubierto de bastas nubes grises…pero eso no era de extrañar en aquella época del año…no en aquellos fríos parajes.
La joven, se deslizó suavemente fuera del lecho y con paso cansino, tomó un chal que reposaba sobre una silla que estaba junto a la puerta de la habitación y pasó a la siguiente: una gran habitación de que hacía tanto de cocina como de comedor, toda de madera y e la que destacaba la gran chimenea que se alzaba imponente al otro extremo de esta.
Tomó un balde metálico que descansaba cerca de la chimenea y se aprestó a limpiarla: separó la ceniza que deslizó suavemente al interior del balde, procurando no ensuciar mucho el piso; y puso los trozos de carbón y que habían quedado de la noche anterior, de vuelta al interior de la lumbre.
Luego, tomando el tacho, se dirigió a la puerta que daba al exterior. A un costado de esta, esperaban unas enlodadas botas de cuero con largos cordones. Se apresuró a deslizar sus blanquecinos pies dentro, se arropó bien con su chal y salió al exterior a buscar leña, la que reposaba pacientemente en la parte posterior del hogar. Allí le esperaba un gato, sucio y descuidado, que había pasado la noche Escondido entre los troncos. Al ver a la chica aparecer, se estiró, desperezándose con un gran bostezo.
- Hello kitten! – le saludó mientras seleccionaba los troncos que llevaría para encender el fuego nuevamente, para comenzar el día y preparar su comida, antes de salir a hacer sus quehaceres.
Lo acarició entre las orejas y se apresuró a entrar nuevamente a la cabaña. El frío le calaba los huesos y el viento despeinaba su salvaje melena rojiza. El gato, ronroneando, bajó de la ruma de un salto y corrió tras de su ama para no quedarse fuera nuevamente. El día presagiaba lluvia…y no era muy Buena idea estar afuera cuando esta llegase.

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