Siempre sentada en su repisa, ella, la mas querida sobre todas las otras era la más hermosa muñeca, con largo cabello caoba y ondeado, y verdes ojos que reflejaban una tierna ausencia.
Todos los días su pequeña dueña jugaba con ella, pretendiendo que era ella su madre y la pequeña de ojos de vidrio su amada hija. Solía repetirle cuá nto le quería, que estaría junto a ella hasta que fuese grande, cuando entonces la pequeña muñeca tendría que jugar con sus hermanos.
En el inlatente corazón de la muñeca se fue formando un bello sentimiento por aquella niña, que veía idealizada como el ser más bello que hubiese podido conocer.
Pero los años fueron pasando, y la pequeña niña que algún día fue, iba siendo reemplazada poco a poco por una bella joven.
La muñeca siempre en su repisa esperaba en silencio por el momento en que su preciada dueña le volviese a decir "te quiero", día que poco a poco empezó a comprender, nunca llegaría.
Era una dorada tarde de otoño cuando por fin fue levantada de su empolvada repisa. Sus miradas se volvieron a juntar. Pero en el lugar en donde alguna vez hubo una mirada llena de ilusión y un alegre brillo infantil, ya solo había un pequeño reflejo. La niña ya había desaparecido por completo.
No quiero que juegues conmigo y con mis sentimientos susurró la muñeca, haciendo que la joven la dejase caer y corriera fuera de la habitación.
La que alguna vez había sido la más amada muñeca quedó reducida a añicos que se esparcían por el suelo... como las ilusiones que la joven construyó en el corazón de su amada pequeña.
Etiquetas: Historias
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