Se preguntarán como es que esta humana llego a estar junto a esta ninfa ancestral. Pues todo comenzó la mañana anterior. Cuando Ann había llegado a aquel sitio después de un largo viaje en avión, un trasbordo y un par de horas sentada en la parte de atrás del Jeep que había arrendado su padre, mientras corría sin parar la lista de reproducción de su i-pod, haciendo un poco mas ameno aquel larguísimo trayecto. El paisaje corría tras el vidrio como una secuencia de nunca acabar. Todo parecía parte de un cuento…todo era bosques arcaicos a su alrededor.
Pasaba de media noche, cuando una dulce melodía que transportaba el viento se coló por la ventana de la habitación de la cabaña en la que se estaba hospedando junto a su familia.
Se asomó a la ventana, tal vez su hermana mayor estuviese afuera disfrutando del paisaje. Se asombró al ver una alta y delgada mujer que solo llevaba una extraña túnica de largas y anchas mangas que arrastraba, salpicando el inmaculado blanco de la tela, que no lograba llegar hasta las rodillas. Se quedó pasmada mirando la misteriosa figura que se deslizaba por el linde del bosque, cuando de pronto se encontró con sus pálidos ojos grises. Entonces, movida por la voz melodiosa de aquel mágico ser, descendió las escaleras y se perdió entre los arboles, siguiendo siempre el sonido de la canción, que la mantenía en un trance imposible de romper.
Los arboles, luego de estar, por quien sabe cuanto tiempo, uno al lado del otro, apenas dejando colar algunos rayos de luz, perdiéndose sus copas allá arriba, como queriendo alcanzar el cielo; comenzaron a dispersarse poco a poco, hasta llegar a las orillas de las silenciosas aguas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. En aquel lugar la melodía parecía venir de todos lados, como si viniese de la tierra misma, como si fuese el canto de la noche…como si todos los arboles estuviesen silbando aquella voz.
Del sotobosque, se materializo la esbelta figura de la olímpica, a partir de un joven árbol, que de pronto comenzó a poseer rasgos antropomórficos. Una extraña túnica cubría apenas su cuerpo, mientras que largas y anchas mangas rozaban el suelo, ensuciándolas y desgastándolas.
Lentamente la musa se acercó a la mortal, la que se había quedado parada allí, sin saber que hacer ni que pensar, simplemente observando a aquel maravilloso ser.
- ¿Qué eres? – dijo por fin.
- Soy el alma del bosque, soy la guardiana de todo aquello en el que la vida palpita…soy una musa, una ninfa…soy, la ultima de las náyades… - susurro con voz profunda y sorprendentemente lejana.
- ¿Qué hiciste luego de despertar? – pregunto Ann, queriendo saber mas de la historia que Clío le relataba. La noche parecía haberse detenido, ¡y ojalá fuese así! Si la sola presencia de aquel ser era motivo suficiente como para estar allí eternamente.
En compañía de Aradia, que se traslada por la oscuridad de la noche como si fuese una estrella, huimos a los bosques de la Valaquia allá en la Europa Oriental. Los bosques allá son extensos, antiguos y profundos…simplemente un lugar perfecto para que seres como nosotras hagamos de nuestra morada. Pasamos un largo tiempo allí, entre las ramas de ese extenso mar verde en el que los lobos aúllan al anochecer y en el que la magia se siente en el aire…es aquel lugar en el que mora Aradia…es por eso que grandes de la historia que han vivido en las cercanías han perdido la razón al encontrarse con la Maestra, puesto que sus mentes no estaban preparadas para algo tan hermoso como lo es una criatura que ha sido concebida por un ángel.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
No olvides comentar!
Me encanta leer sus comentarios y responderé lo más prontamente que pueda
← Back to the blog?