Cuando era chica, si, porque en algún momento fui mas pequeña de lo que soy ahora, iba en un colegio publico, que era tan antiguo, que las generaciones de niñas que habían salido por aquellas puertas era tan grande, que estoy segura que hasta el momento no podría leerlo. Y de seguro que ya ha aumentado en unos cuantos cientos, teniendo en cuenta que mi generación salió hace cinco años.
Pues bien, para cuando yo llegué a aquella antigua infraestructura, habían salas que no se ocupaban y otras tantas que habían quedado desocupadas por tanto tiempo, que se habían terminado transformando en verdaderos basurales en los que se juntaba el inmobiliario roto y antiguos libros, de niñas que de seguro habían salido hace bastante tiempo.
Al rededor de las dos mas desastrosas salas comenzaron a correr rumores de fantasmas y apariciones, que las niñas de cursos mas grandes usaban para asustarnos a las más pequeñas. Que en las bodegas rondaba “La Llorona”, que el viejo piano (que a todo esto nunca supe que fue de el) de la sala donde se guardaban todas aquellas cosas de las que habían más de las que realmente necesitábamos (como colchonetas, sillas y mesas, además de tener la vieja pizarra para tizas, en la que solíamos jugar con las niñas) comenzaba a sonar solo y cosas estúpidas, que obviamente, a nuestros pocos años, creíamos de nuestras superiores.
Los años pasaron y todo eso quedó en el pasado. Las antiguas saladas destruidas fueron completamente demolidas y en el área que dejaron libre construyeron la para aquel entonces nueva sala de computación y “la plazuela”. De la otra sala que estaba llena de cachureos salió la biblioteca y salón audio visual. Y la antigua sala de audiovisual fue la cede de los extraescolares de música (folklore, coro y el grupo de baile folklórico, que estábamos todas relacionadas) y el de teatro. Muchas horas pasé allí desde que me uní al coro.
Recuerdo que durante un par de años las profesoras estuvieron regalando antiguos libros del Ministerio de Educación que llevaban años juntando polvo, sin que sirvieran nuevamente a ninguna alumna del colegio. Muchos de estos libros terminaron en mi casa, y vaya que me sirvieron! Mucho antes de que me hiciese una usuaria compulsiva de internet, todas mis tareas y trabajos salían de aquellas paginas…ni se imaginan las profesoras cuan agradecida les estoy, ya que aprendí muchas cosas al pasar mis ratos de ocio infantil leyendo la materia que pasarían mas adelante (especialmente en historia y lenguaje).
Fue en uno de estos libros que descubrí un poema muy bonito, o mas bien dicho un extracto de este, que no dudé en memorizar (y hasta el momento aun recito de corrido aquel par de estrofas). Era un libro de séptimo básico de lenguaje, no recuerdo bien de que año, pero si que era viejo! había pertenecido a alguna niña que cursaba aquel penúltimo curso cuando yo apenas empezaba a escribir y a sumar.
La Luna Roja se titulaba el poema…una ilustración adornaba al lado derecho de la pagina junto a las estrofas. ¿El autor? Oscar Ferreiro, el poeta y ensayista surrealista de nacionalidad paraguaya de la generación del ‘40.
La luna salió escarlata
por las ventanas del mar.
Tu furia, cielo, desata,
desátate vendaval.
Llueve, llueve, que más llueve,
que dan ganas de llorar.
Negras aguas lleva el río,
lleva lágrimas al mar.
Un bosque de cuerdas rotas,
de cántaros un millar,
guitarras locas de llanto,
flautas locas de llorar.
Mano de luna, lunada,
delirios de guavirá,
en tu nieve lloran llamas,
blancas llamas de verdad.
Gira, gira, que más gira,
no te canses de girar
que en tu rueda, roja luna,
mi puñal quiero afilar.
Gira, gira, que más gira,
no te canses de girar,
de mis ojos corre el agua
que tu canto ha de mojar.
Y huyó la luna escarlata
por las cocinas del mar.
Tu furia, cielo, desata,
desátate vendaval.
Se quiebran las secas flores
en la amarga oscuridad,
se quiebran los duros labios
de la tierra de guarán.
Calmará la antigua tierra,
su antigua sed calmará,
de guarán la antigua tierra
que de sed muriendo va.
Caballero de la muerte,
mi caballero sin par,
está creciendo la noche
negra noche de vengar.
Caballero de la muerte,
mi caballero sin par,
los diez clavos de tu espuela
clava en tu potro de cal.
Y no había tregua en la noche,
negra noche de vengar,
no habrá tregua hasta la aurora,
blanca aurora de esperar.
Y, cuando irrumpa la aurora
por las ventanas del mar
con la plata de tu espuela
nuestra tierra cantará!
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