Aun aquí en el sur en mis muy merecidas y largas vacaciones hago presencia por estos ciber-lares después de un tiempito de absoluto silencio. Vengo aquí, con mi nuevo pelaje de verano bronceado montañés y un montón de temas a tratar antes de que me pillen las clases y ya no pueda escribir como loca como lo he hecho estos últimos meses.

Primero que nada, quiero hacer un llamado a mis coterráneos a visitar los parques y reservas naturales, ya que durante todos mis viajes, he visto muy pocos chilenos perdidos entre los hermosos paisajes que nos ofrece nuestro país. Todos se aglomeran en las populares playas y centros de veraneo que se dispersa por el país, pero muy pocos son los que realmente conocen las riquezas naturales y lugares paradisiacos que se pueden encontrar conduciendo un par de horas mas allá del destino tan taquillero. Y si tenemos las facilidades para poder llegar a estos lugares, por qué desperdiciar la oportunidad que la vida nos ha dado de disfrutar de aquellas cosas que tenemos a la vuelta de la esquina y que otros deben gastar millones, bueno, tal vez no tanto, para poder llegar a estos.

Es así como cada verano, con mi familia, recorro el sur de mi país, Chile, lo que me ha permitido conocer mucho sobre la tierra en la que vivo. Este año los caminos nos dirigieron hasta una aldea  llamada Choshuenco. Este pequeño poblado se encuentra a las orillas del lago Panguipulli, en la X Región de los Lagos, uno de los lagos vecinos al bien visitado lago Villarrica. El camino hasta la capital provincial del Panguipulli esta completamente pavimentado, siendo un tramo hasta Choshuenco el que aun está en construcción, pero que de seguro estará finiquitado para el final de la temporada.

El pueblo se encuentra a la orilla del lago, rodeada de boscosas montañas, coronadas por los volcanes Mocho y Choshuenco, con planicies de pastoreo en los alrededores inmediatos (porque las vacas del sur comen pasto de verdad eh!)

La pesca deportiva es la principal responsable del turismo local, junto al ya bien querido ecoturismo. Muchos extranjeros se ven por estos lados, en los que una carita trigueña y baja estatura entre un mar de metros ochenta y ojos azules llama la atención al ver entre los turistas.

No muy lejos de aquí, mas arriba en la cordillera, se encuentra un salto, que por lo que me dijeron, es el mas alto del país. Se trata del Salto Huilo-Huilo, un hermoso y gran salto escondido entre es bosque, al que le sigue otro, un poco mas pequeño, llamado Salto del Puma. A pesar de que en el sector la flora se ha visto alterada, según lo que puede decir mi mama, que visito el lugar por lo menos hace unos treinta años atrás, el lugar posee el encanto propio de los bosques nativos que se extienden por la zona sur del país.

Pero que no los engañe la belleza del lugar, ya que, y esto es una ley universal, el paraíso puede convertirse en un infierno en un abrir y cerrar de ojos.

Hay gente que ya lo ha comprobado por si mismas, como la familia de Ayelet Shatar, una joven israelita que falleció al caer al precipicio mientras disfrutaba de la belleza del Salto del Puma. Hoy en el lugar en que la joven perdió la vida, un recuerdo de su familia alerta .

Por eso, hago a un llamado a todos los que visiten estos bosques, siempre tomen las precauciones correspondientes, puesto que nadie quiere que pase nada, y si seguimos los senderos, no nos separamos del grupo ni posamos mucho peso sobre las barandas, entre otras medidas básicas, podemos disfrutar de unas lindas vacaciones “en el sur del paraíso”.